6:00 de la mañana, y levanto un párpado tras oír el despertador, esta vez era una canción de Mikel Laboa en la radio. El siguiente sonido que escuché, era la tromba de agua que estaba cayendo, puffff, tocaba ir a Arantzazu, y la verdad es que no me apetecía nada. Me levanté y desayunando escribí algo en el foro del club, para ver si se suspendía....pero no, tocaba día de barro.
Así que ya después de desayunar y ponerme la ropa, en Algorta dejó de llover, o eso creía, y salí de casa para llegar a nuestro punto de reunión a las 7:00: la gasolinera de Getxo, bajo un calatontos que la verdad...me bajó bastante la moral.
Pero, bueno, ahí estábamos los que nos habíamos reunido hoy, al final 8 personas tras los últimos abandonos.
Así que llegamos a Oñati con puntualidad inglesa, que es lo que se puede destacar de esta salida: cumplimos con el horario que nos habíamos propuesto.
En esta salida, Aritz nos hizo de guía, varios tramos transcurrían por lo que había sido la marcha de BTT, y la verdad, no sé como sería la marcha, pero en esta época, los colores eran impresionantes.
Los primeros tramos los hicimos por carretera hasta dar con la pista que nos llevaría a la primera zona de arbolado, o las primeras trampas, como decía Aritz.
Se rodaba con bastante facilidad, y aunque había bastantes zonas de barro, el suelo había drenado muy bien, y se podría ciclar relativamente fácil.
Llegamos a una bajada, tipo eslalon, que nos gustó mucho, para dar a otro pequeño tramo de carretera.
Nos volveríamos a meter otra vez por el bosque, pero rodando por una pista, por las faldas del monte Aloña.
Tuvimos una rotura de cadena, y Jony no pudo continuar, ya que después de poner de nuevo la cadena se le volvió a romper, así que él tiró para Oñati por carretera. Nosotros proseguimos la marcha hasta llegar a una borda donde tomamos un piscolabis.
Seguimos camino arriba y, poco a poco, se iba divisando a lo lejos el Aizkorri (aunque con la niebla había que imaginar mucho que lo teníamos enfrente), proseguimos hasta toparmos con el santuario de Arantzazu.
Aquí tomamos una especie de camino rodeando el santuario, la verdad es que nos quedaban ya solo 6 kilómetros, y como teníamos frío y queríamos llegar a las duchas, los últimos 5 kilómetros los hicimos por carretera a la velocidad del rayo.
En Oñati, nos estaban esperando Amaia y sus labores de ganchillo, así que después de una ducha bastante reconfortante, nos fuimos al restaurante a degustar un increíble plato combinado al estilo Oñati.
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